Por: Sirley Cely Duarte
Entre los años 50 y 60 por el contexto social y la crisis de violencia en Colombia, nace la necesidad de trabajar mancomunadamente para sostener la vida, escuelas, vías, puestos de salud, acueductos rurales, todo esto lo hacia la comunidad ya que el estado se quedaba corto en su capacidad de acción a efectos de los enfrentamientos. Policarpas y Martas, Helenas, Marías, Rosas, Paolas, Lauras, Sandras y más, muchas más, firmaron el primer libro de afiliación a las Juntas de Acción Comunal de sus barrios y veredas e iniciaron una lucha incansable por los derechos de su gente y su territorio que aún no cesa.
Al comienzo las mujeres ocupaban cargos secretariales más que presidenciales. Pero con los años son más las PRESIDENTAS quienes CUIDAN su comunidad y territorio.
PRESIDENTA DE JUNTA DE ACCION COMUNAL no es un cargo de poder sobre los otros, es un rol de gran responsabilidad, entrega y SERVICIO a su prójimo. Ser presidenta es un acto de valentía y de AMOR.
Cada una de estas valientes necesita y/o desarrolla en el camino, capacidad de escuchar a sus semejantes, capacidad de leer el contexto, conocer la historia, ponerse en los zapatos del otro, pelear como gladiadora, priorizar LA COMUNIDAD sobre sus hijos, su familia y sobre sí misma, aunque esos son los principales motores para firmar el libro.
Ese vacío interior al tener que tomar una decisión que por sobre todas las cosas sea el mayor beneficio para la comunidad y no el personal, invita a pensar diferente. Una presidenta de acción comunal piensa con el vientre, el corazón y la cabeza. El bienestar común y el bien superior, son ahora la base de los dilemas morales que a diario enfrentan Policarpa y las demás.
Como mujer comunal agradezco cada lucha peleada, la historia del conflicto y de cada una de sus víctimas, cada reto que trajo ha sido una gran escuela, sobre todo aquellas materias que me llevaron a reconocerme a mí misma, nuevas dimensiones de los valores que no conocía, desdibujar lo personal como prioridad y encontrar el significado de lo colectivo, lo comunitario y entender que el mayor bien individual es el bien común, son cosas que agradezco a la mujer joven que quiso firmar el libro esa primera vez que me inscribí a la Junta de Acción Comunal de la vereda Rumiyaco, lejos de pensar que iba a recibir tanto como humana.
1.) Participación en la COP 16 en Cali Colombia (2024). 2.) Incidencia con Asojuntas. 3.) Trabajando en la Ecoaldea Anaconda del Sur. Fotografías del archivo personal Sirley Cely D.
Reconocer mis oscuridades, mis desaciertos también han sido un bello aprendizaje, tentaciones como el ego y el poder tocan la puerta y solamente esos valores comunes susurran al oído y nos aterrizan a tiempo, porque no solo aprendes a escuchar con los oídos sino con el corazón. Gracias a cada mujer comunal que se cruzó e inspiró mi camino, a cada compañero comunal, a Confederación Comunal de Colombia por ser la más grande organización social en la historia, que reúne las Juntas de Acción Comunal de cada barrio y vereda de este país.
La universidad de la vida ofrece una de las carreras más completas para desarrollar valores superiores y redimensionar los básicos; venga y estudie para PRESIDENTA COMUNAL. No te gradúas, cuando eres una mujer comunal por primera vez, lo eres para siempre.
Sobre la autora:
Sirley Cely Duarte – Miembro fundador de la Ecoaldea Anaconda del Sur, ubicada en la vereda Rumiyaco Mocoa Putumayo– Es líder comunitaria y activista por la protección del medio ambiente, los derechos humanos y los animales. Actualmente es vicepresidenta de la Asociación de Juntas de Acción Comunal de su municipio y Consejera Territorial de Planeación del mismo. Con amplia experiencia en la promoción del tejido social y el diseño regenerativo de su territorio.
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